“Lo primero que hay que hacer para salir del pozo es dejar de cavar”. Proverbio chino.

NO PODEMOS RESOLVER PROBLEMAS PENSANDO COMO CUANDO LOS CREAMOS. Albert Einstein

“Si a alguien le indigna más ver un contenedor ardiendo que una persona comiendo de él, tiene que revisar sus valores”

Sobre los poderes de siempre y los emergentes: "“No nos parece mal que nos muerda un lobo, pero a todo el mundo le saca de quicio que le muerda una oveja". Ulises de Joyce, Cap. 16




martes, 23 de octubre de 2012

No he visto apaches en París



Sí. He ido a París a visitar a un joven amigo que se estaba cabreando ya por mi tardanza. De no ser por eso, no habría tenido los descubrimientos y epifanías que han aumentado mi facilidad para resolver crucigramas.

Primero vamos al asunto del avión. El trayecto, una vez que el mencionado ha entrado en pista de despegue y hasta que aterriza, es realmente breve (hora y media). Pero como tienes que estar en el aeropuerto tres horas antes, y pensando en el tráfico pides el taxi 40 minutos antes de lo debido, a lo que hay que sumar que desde que aterrizas hasta que ves la maleta en la cinta y, además, por lo que se tarda en un taxi hasta el hotel temes que te hayan dejado en un aeropuerto suizo. te planteas la primera reflexión seria.

Primera reflexión seria del viaje:
Si en lugar de ir en avión, hubiera ido en un carro tirado por bueyes, ¿qué habría pasado?
Respuesta: desde luego, habría tardado más, pero habría llegado con un espíritu más jovial.

Después, ya que estás, además de saludar a tu amigo, tienes que ver cosas y, sobre todo, ir de un sitio a otro andando, porque se trata de “ver la ciudad", no de encerrarte en espacios culturales, uno tras otro, hasta que crees que tienes el dengue y la malaria.

¿Cuáles son las consecuencias? El centro de París, el París grande, hermoso y elegante es descomunal. No es como otras ciudades, que tienen un centro asumible y enseguida empiezan los barrios de trabajadores (tirando a feúchos, para qué nos vamos a engañar). No, en París te pones a andar y te tiemblan las piernas cuando todo sigue siendo hermoso.

Segunda reflexión seria del viaje:

(CASI) TODO PARÍS ES EL PUTO CENTRO

Así que alguna solución tiene que haber: por todas partes hay bares que están “petáos”. Ahora que la vida española es tan triste, con los bolsillos de la mayoría recortados, y casi todo está vacío, te das cuenta de lo que es una economía potente en la que no han agujereado los bolsillos de la gente común. Y tienes dos bebidas, el Ricard y el Pastis, que venden a un precio inferior al de la cerveza, el café con leche y las copas de vino de andar por casa (malooooo).

 Tercera reflexión seria del viaje:

UN PAÍS QUE HA INVENTADO EL RICARD Y EL PASTIS Y LO VENDE BARATO MERECE UN RESPETO INTERNACIONAL

Luego está el Asunto Cultureta. ¡La madre de dios hermoso! Al lado del alcalde de París, Anne la Botellique parece una vendedora de botijos.

Acciones que realizamos:

Visita de museo pequeño:
Museo Carnavalet: no tiene cuadros de grandes firmas (que han ido a otros museos), pero sí cuadros estupendos que son retratos de artistas, de la Belle Epoque, maquetas, espacios raptados (me pasé 10 minutos delante del dormitorio de Proust).
Revisitación de museo grande:
Colecciones del Pompi: no hace falta explicación.
Concierto de cámara, dedicado a Brahms, interpretado por grandes solistas de la Filarmónica de Berlín. Para morir a gusto.
Visitas a bares: que forman parte de una cultura exquisita (ver pinacotecas, para comprobarlo), exagerando un poco, el 65% de los bares de la ciudad.

*****

Y ahora el viaje íntimo acompañado de instantáneas.

Mi amigo vive en la pequeña Isla de Saint Louis, una de las zonas con un precio más alto por metro cuadrado. ¡¿Cómo es posible?! Porque vive en un sexto piso sin ascensor. Esta es la vista desde la ventana del baño.



Sale de su casa, cruza este puente y ocho minutos después está en su trabajo, en la Universidad Pierre et Marie Curie. Teniendo en cuenta el tamaño de la ciudad, es como si yo cerrara la puerta de mi casa (cuarto piso) y tuviera el trabajo en el tercer piso.





Al regreso de ver su lugar de trabajo, así como los alrededores donde come, bebe, toma café, etc., nos paramos en el mismo puente, mirando hacia arriba, para hablar de las condiciones actuales de la educación y la ciencia en nuestro país. Fue un momento pro-suicidio. Daban ganas de tirarnos al río... pero la vencimos porque somos valientes. Y tuvimos la:

Cuarta reflexión seria del viaje:

¿TE MOLESTA WERTE? ¡HABER ELEGIDO SUSTO!





 Bueno, tampoco había ido hasta allí para amargarme la vida, así que no nos suicidamos. Además, mi compañera (y madre del joven amigo) estaba atenta a que no habláramos de temas económico sociales más de un minuto seguido, así que nos empujó fuera de la zona de peligro y nos mandó callar. Como hizo el Rey con Chaves, pero con mejores propuestas. Dedicamos el tiempo a los pequeños placeres de la vida personal. Entre ellos, el paseo por los Jardines de Luxemburgo y terminar comiendo en la Brasserie Lipp. Bendito y alabado sea ese Monsieur Lipp. No digo más que la noche en la que ganó sus primeras elecciones, Mitterrand, vecino de la zona, estaba cenando allí, solo y a gustito, y se enteró de la victoria porque los camareros empezaron a darle el tratamiento de Monsieur le President para preguntarle si tomaría café.

Quinta reflexión seria del viaje:

PARÍS ESTÁ REPLETA DE INDIVIDUOS RECALCITRANTES EN EL TRATO PERSONAL QUE CUANDO SE JUNTAN DEFIENDEN LO PÚBLICO Y LO COMÚN COMO NADIE LO HACE

Será quizá porque se pasa con frecuencia por las plazas en las que, no hace mucho, se levantaba la guillotina, lo que produce cierto miedo a los muy poderosos; o porque son así de fieros (orgullosos) con lo que es de todos..

Por eso fue y sigue siendo una ciudad maravillosa hecha a medida de los gigantes para que la disfruten, paso a paso, los hombres comunes.

Vide la Commune de Paris!


miércoles, 17 de octubre de 2012

Ejercicio taller L.M. del 16_10_12

[Este ejercicio ya lo presenté ayer y recibió tantas críticas, algunas de ellas incluso acertadas, que lo he corregido y de lo que tenga de bueno habría que conceder parte de la autoría a Lara y a mis compañeros. En una actitud inmoral, lo pongo como si fuera mío]



Objetivo: contar o relatar algo sin que sea un cuento o un relato

No te lo vas a creer, querido. Ayer me encontré con Asurancetúrix. Hasta se ha dejado bigote como el bardo. Estaba sentado en un banco y al pasar me pidió una moneda, sin reconocerme; pero yo lo reconocí enseguida, me levanté y le di un abrazo. No, no apestaba, aunque vaya mendigando y sea un homeless, iba limpio. Le invité a tomar algo en un bar y quise invitarle a cenar; me resultaba interesante su historia.
Estoy viendo cómo agitas tus brazos peludos y mueves las manos como diciendo “Venga, hombre, ve al grano”. Paciencia, como la tuve yo tirando de los hilos con recuerdos banales hasta que me contó cómo había llegado a esa situación. Entre las banalidades, que para él no lo fueron, repito lo de “no te lo vas a creer”: sigue pensando que fuiste tú el que interceptó el poema que quería hacer llegar a una compañera de clase, lo leíste en voz alta y le pusiste el mote por el que fue conocido desde entonces; el que destrozó su autoestima en el colegio. ¡Si estaba clarísimo que había sido yo! Este hombre ha vivido fuera de la realidad desde niño. Como puedes suponer, no le he quitado la idea de la cabeza: por lo que a él se refiere, tú fuiste el culpable (y no solo de eso, que recuerdo otra bromas que le gastamos... pero no tiremos de archivos ahora).
Me quedé en lo de la invitación a cenar. No pudo aceptar, aunque recalcó que estaba muy a gusto conmigo, porque le cerraban el albergue donde duerme. Una pena, porque el que se lo estaba pasando en grande era yo. Le hice una donación que le pareció generosa y se fue muy contento. El pobre Asuran, con qué poco se conforma.
Y ahora el meollo de la historia: ya sabes que se casó y se fue a trabajar a Valladolid, a una empresa de subcontratas de la red ferroviaria. No tuvo hijos, como tampoco ambiciones, por lo que la mujer se convirtió en una “pesadilla amenazante” (te lo pongo entre comillas por que esas fueron sus palabras). Así que cuando lo despidieron, hace siete años, ni se atrevió a decírselo. Una indemnización de toda la vida de trabajo y paro. Mucha pasta para lo habitual en esa libreta de ahorros, pero de lunes a viernes se iba de casa a la hora del trabajo y se pasaba el día en un barrio alejado (te estoy hablando de Valladolid, donde el clima pasa del frío helador al calor asfixiante). Llevaba así dos meses, sintiéndose cada vez peor, y una noche salió a comprar tabaco, dio un paseo, pasó por la estación y se vino a Madrid. Llegó a un acuerdo y a ella le dejó todo el dinero de la libreta y la casa, más todo lo que habían reunido en una vida de trabajo y aburrimiento. Eran los tiempos de la burbuja inmobiliaria, así que no le costó abandonar el paro y hacer trabajo menores en la construcción, apañándoselas en pensiones baratas. Cuando la crisis de la constru, acabó en la calle y, finalmente, agotados sus recursos, en un albergue cristiano, donde está tan a gusto.
Te he contado ordenado y rápido lo que a mí me costó tres horas de cafés y coñás (de los baratos) para ir sacando piezas del puzzle que componen esa historia. ¿Quién iba a pensar que Asuran, tan buena persona (lee “capullo”), terminaría así?

Pues, ¿sabes lo que te digo? Y sé que no debería decírtelo por escrito, sino charlando y dispuesto a negar siempre haberlo dicho. Me quedé triste, pero no por él, que parece tomarse la vida con tranquilidad, sino por mí; y por ti; por los dos. Aquellos años, cuando nos descubrimos como dos hombrecitos deseantes y temblamos de amor el uno por el otro, tú y yo vivimos el mejor amor de nuestra vida (no lo niegues, cabezota). He vuelto a esa adolescencia  con nostalgia. Ya ves. Se puede ser maduro tirando a viejo y seguir guardando dentro una capa sentimental, enrollada sobre sí misma. Un trapo sí, pero con su luz. En cambio, fuera de ese núcleo que ocultamos, no somos más que un montoncito de lorzas oscuras.
Ya sé lo que me vas a proponer, que busquemos dos chicos más jóvenes y los invitemos a un viaje a New York, a Tokio, donde más les deslumbre y les ponga viciosillos. Que así se me pasarán estas chocheces de viejo sentimental. Y ya sabes mi respuesta: ¡Sí, por favor, organízalo pronto!

Besos donde tú sabes, zorra mía.

jueves, 11 de octubre de 2012

Ejercicio de taller. Tema: Estación


Monzón seco


Me quedé mirándola desde la puerta de la habitación. Tendida boca abajo en la cama, aferrada con los brazos extendidos a los barrotes, con el pelo cortado a lo chico que dejaba al descubierto la suavidad de la nuca, una camiseta vieja que, por los brazos estirados, desnudaba un trozo de espalda hasta los pantalones gastados de pana de raya fina, de un azul descolorido, que la cubrían hasta los pies descalzos que sobresalían por los barrotes de la parte inferior. Solo el culito, carnoso y en forma de manzana, distinguía sexualmente su cuerpo andrógino que tan deseable me resultaba. A ella, en esos períodos, no podía desearla ni quererla. No era ella ni para ella misma.
Cerré la puerta y salí al jardín, fumé un cigarrillo sentado en los escalones de piedra y entretuve después el pensamiento arrancando malas hierbas de la huerta. No era la primera vez que un viento interior, frío y seco, la derribaba e interrumpía nuestra vida. Tendría que llamar, una vez más, a su hermana. Entre dos es más fácil cuidar de las necesidades físicas de un bebé ensimismado de 54 kilos.

Los ojos de la locura absoluta, cuando todo contacto con la propia realidad y los recuerdos se ha borrado, son el peor abismo que se puede mirar. Los ojos, no la mirada; una loca así no la tiene. Hasta los muertos guardan la huella de su última mirada. Escrutarla da miedo y parece una acción vergonzosa: un intento de robarle la intimidad de lo último que vieron. Por eso la piedad, para con el muerto y con los vivos que lo rodean, exige cerrarles los ojos. Los ojos de una loca así son como un tejido celular corrosivo que vaya a comerse todo lo que hay dentro. O eso me parece a mí. No miran, porque todo les resulta extraño y bárbaro. Cuando los he mirado yo, he visto en ellos el terror ancestral de lo animal en un mundo que estaba todavía formándose.
Una vez fui testigo del retorno. Le estaba dando cucharadas de sopa, concentrado, cuando sus ojos se animaron en un instante, me miraron y se abalanzó sobre mí, abrazándome y derribando el bol de sopa. Qué distancia o tiempo habría cruzado en esa fracción de segundo, era imposible saberlo. Pero me amedrentó; la impresión me resultó tan potentemente emotiva que procuro no mirar sus ojos para no presenciarlo más.

Duermo en el sofá del estudio. Su hermana en el cuarto de invitados. Hacemos lo que tenemos que hacer, somos activos, pero no hablamos; nunca tuvimos nada que decirnos. Paseo por el jardín, miro las nubes, desatiendo todas mis actividades de la vida normal. Y espero. Volverá a ser ella misma cualquier día y todo este período no habrá existido. Yo tendré que combinar mi amor con el miedo a ese pasadizo que sé que seguirá abierto en algún lugar de su cerebro. Será siempre un amor con una base de desconfianza. No importa que sepa bien que ella es inocente. Desde que vi en qué instante mínimo daba el salto tengo miedo no a que se repita, sino a la seguridad de que ese mundo sigue en su interior. Agazapado.

miércoles, 3 de octubre de 2012

El Gobierno redecora nuestra vida: quiere “modular” nuestros derechos ciudadanos


Tengo una amiga de blog que cada vez que hablo de “decoración” se sube a una silla de la cocina como si hubiera entrado una rata. Y no quiero molestarla, pero es que la Realidad me puede.
Como me puede el problema lingüístico que tengo con este Gobierno, que no me entero nunca de si dicen lo que creo que dicen, o si han cambiado la semántica del español (¡una lengua  tan bonita y ellos que dicen ser tan españoles!).

Después de varios meses, hemos conseguido que pronuncien la palabra “rescate”. Todos los periódicos principales del mundo hablando del Spanish bail, y ellos erre que erre con lo de “esto es un crédito en muy buenas condiciones de mercado”. ¡Qué guay, yo quiero otro! (No lo necesito, pero si las condiciones son tan buenas, podré jugar a comprar deuda soberana y forrarme).
Pero no lo usan para referirse a ese primer rescate (dicen que la distancia es el olvido, que cantaba no sé quién, y el “tiempo” es, en cierta manera, una distancia), sino al segundo. El problema es que solo hablan de ello para decir “De momento no vamos a pedir el (segundo) rescate” o “No vamos a pedir un (segundo) rescate”. La palabra entre paréntesis no la pronuncian, pero con todo la diferenciación entre “De momento no” y “No” resulta inquietante.
Si tuvimos que meterlos a todos en un hotel rural con encanto, con un foniatra y un catedrático de la Carlos III (que es más de confianza para ellos) para que supieran pronunciar “r” “e” “s” “c” “a” “t” “e”: res-ca-te, rescate, ¿a quién le quedan fuerzas para enseñarles que “no” es una partícula negativa, que no vale para denotar lo que SÍ van a hacer? Me doy por vencido.

Luego están minucias, como la de “esto no es un a amnistía fiscal” (traducción: “esto es un coladero para los delincuentes fiscales”). De verdad, me doy por vencido, que se encargue la RAE si le apetece.

Pero lo de ahora, me ha podido. Mi instinto me pierde. Quieren “modular” los derechos constitucionales de reunión y manifestación. ¡Tócate las narices! Con la cantidad de problemas que hay en el país y quieren cambiar una parte de la Consti que funcionaba de puta madre. Y no es solo que, como me los conozco, me temo que “modular”, para ellos, significa “cercenar, espachurrar, impedir, trabar, entorpecer, liar, etc.”.
Reconozco que en Madrid, tantas manifestaciones molestan. Pero ¿no se les ocurre pensar que los que nos manifestamos estaríamos mucho más a gusto en casa, leyendo un libro, tomando algo y escuchando a Camarón? ¿Se creen de verdad que nos gusta meternos entre miles de personas, últimamente con riesgo para nuestra integridad física, pasando calor o frío, o muriéndonos de ganas de buscar un bar para tomar una caña y hacer pis?
¿No sería más lógico que hablen entre ellos para que no tengamos razones para salir a la calle, con lo incómodo que es? ¡Ah, la lógica! Si lingüísticamente no tienen perdón de dios, en lógica es que ni se enteran.

Pero lo peor del asunto es que tengo rasgos de psicópata, y una de las palabras que más me hostilizan (gracias, Moli) son “modular” y “módulos”.

Es oír “modular” y acordarme de los gallos de adolescente, hasta que “modulé” la voz

Es oír “módulos” y pienso en una cárcel. Las cárceles están administradas por módulos. Si os meten en una, decid que sois buenos y que no os lleven al módulo de peligrosos. Ahí están los CIEs, orgullosos de serlo, que hasta se tatúan un punto entre el dedo índice y el pulgar. Si os meten ahí, tened en cuenta que no debéis mirar mal a nadie. Y si no os queda más remedio, hacedlo con un  solo ojo: os dejarán tuertos. Pero si lo hacéis con los dos, os ciegan. Total, ya saben que van a salir de ahí con los pies por delante. Tampoco los otros módulos son cosa de gusto, pero menos peligrosos sí son.

Otro significado de “módulo” que me da escalofríos. Es algo que ha pasado en el edificio donde vivo (en dos pisos, ya). Alguien tiene una casa grande donde puede vivir una familia hasta de dos hijos y mantener un cuartito para los suegros o un amigo ocasional. Empieza a modularla, echando tabiques, y la convierte en un piso patera con módulos ínfimos con taza de wáter y ducha en los que viven 5 o 6 familias (cada familia en su módulo, con pasillo de uso comunal).

También odio “módulo” por sus significados matemáticos, que soy incapaz de entender: Longitud del segmento que define un vector. Divisor común en una congruencia. Razón constante entre los logaritmos de un mismo número tomados en bases diferentes.
Ya sé que soy un zote, pero me molesta que me lo restrieguen por la cara.

Otro motivo personal, pero importante, es que de joven estaba en un grupo musical que actuábamos por las fiestas y discotecas de pueblo y un día fuimos teloneros de “Los módulos”, ese grupo infecto de repeinaos y trajeaos que cantaban eso de “Sabes, que ya llegó la hora, que dentro de un momento te alejarás de míiii”. Daba rabia que cobraran 10 veces más que nosotros. (y se ligaran a las más guapas).

Hay más cosas, pero os las ahorro. Pero creo que son suficientes para hacer esta petición al Gobierno:

Querido Gobierno, ya sé que van a hacer lo que les dé la gana, que para eso tienen la mayoría absolutista. Pero, ¿qué más les da, ya puestos, elegir otra palabra? Podrían hablar de “abrillantar”: “Vamos a abrillantar los derechos de reunión y manifestación”. A mí me parece más solemne; y pensaría en Don Limpio o en el pato ese que limpia las tazas del wáter. Con lo que me quedaría mucho más tranquilo, además de infinitamente agradecido.