“Lo primero que hay que hacer para salir del pozo es dejar de cavar”. Proverbio chino.

NO PODEMOS RESOLVER PROBLEMAS PENSANDO COMO CUANDO LOS CREAMOS. Albert Einstein

“Si a alguien le indigna más ver un contenedor ardiendo que una persona comiendo de él, tiene que revisar sus valores”

Sobre los poderes de siempre y los emergentes: "“No nos parece mal que nos muerda un lobo, pero a todo el mundo le saca de quicio que le muerda una oveja". Ulises de Joyce, Cap. 16




domingo, 30 de marzo de 2014

Gracias, Archival Dickson, Capitán del Stanbrook: te nombro Héroe de la Humanidad (Recuerdos que quizá ni siquiera conocéis, I)

Capítán Archival Dickson, Héroe de la Humanidad por salvar la vida de 3.028 republicanos 

[Casi todos los datos, a veces párrafos enteros, están sacados del artículo de Alejandro Torrús dado a conocer en la sección Memoria Pública del diario Público]

El Gobierno de Su Majestad Británica había pactado con el General Franco la huida de republicanos desde puertos españoles. Pero a última hora, Franco decidió, y los ingleses, tan finos, aceptaron, que solo salieran los que él decidiera. A los demás, los quería a todos.


En el Puerto de Alicante, sin comida y casi sin agua, se angustiaban más de 20.000 personas que sabían lo que les iba a suceder si no se iban.

El 28 de marzo se cumplieron 75 años de la singladura heroica de este barco

El Stanbrook era un viejo carguero inglés comandado por el capitán Archival Dickson, que desobedeció las órdenes de sus superiores y decidió subir a bordo a 3.028 personas, entre ellos 147 niños. Zarpó y llevó su carga a Orán en 22 horas.

Más de 14.000 quedaron atrapados en el puerto. “El escritor Eduardo de Guzmán, que quedó en el puerto, describiría en su cuaderno las escenas que se sucedieron en e ese mismo lugar, en las agónicas horas de espera de un barco que nunca llegó. "Continúan los suicidios. En la parte exterior del muelle dos cadáveres flotan junto al rompeolas. Un individuo pasea por el muelle con aparente tranquilidad y se pega un tiro en la cabeza. Otro muchacho se pega un tiro y la bala, después de atravesar su cuerpo, hiere mortalmente a un viejo de pelo blanco. Dos días más y el fascismo no tendrá nada que hacer porque nos habremos matado todos".”

Luego fue la caza. La provincia de Alicante tendría el triste honor de reunir en sus tierras alguno de los campos de concentración más sanguinarios y represivos, como es el caso de Molino de Batán, Portacoeli, Benalúa, San Fernando, Santa Bárbara, la plaza de toros de Alicante y, sobre todo, los campos de Los Almendros y Albatera. Pero casi todos los del puerto fueron conducidos en principio al de Los Almendros. Menos los 3.028 a los que salvó el capitán, poniendo su humanidad por encima de las órdenes recibidas.

De cómo fue la vida en aquel campo de concentración, puede dar una idea una anécdota. En el campo de los Almendros llegaron a estar recluidos hasta 30.000 condenados. José Eduardo Almudéver, de 93 años de edad, recuerda para Público su primera experiencia en el campo de Los Almendros: "El primer domingo vino a visitarnos el falangista Ernesto Giménez Caballero. Se subió encima de un pequeño banco. Nos miró a todos desde arriba y nos dijo:'Así como estáis todos delante de mí, os podría matar con una ametralladora'".

Otro escritor, Max Aub, preso en ese campo, añade una nota de dignidad en las últimas páginas de su libro El campo de los almendros:

<< Estos que ves ahora deshechos, maltrechos, furiosos, aplanados, sin afeitar, sin lavar, cochinos, sucios, cansados, mordiéndose, hechos un asco, destrozados, son, sin embargo, no lo olvides, hijo, no lo olvides nunca pase lo que pase, son lo mejor de España, los únicos que, de verdad, se han alzado, sin nada, con sus manos, contra el fascismo, contra los militares, contra los poderosos, por la sola justicia; cada uno a su modo, a su manera, como han podido, sin que les importara su comodidad, su familia, su dinero. Estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en escapar, son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo. No lo olvides nunca, hijo, no lo olvides>>.




En este caso, la memoria se mezcla con recuerdos propios. Nací cuando casi habían pasado 10 años de esos acontecimientos. Pero hice míos los recuerdos, escuchando siempre a los mayores mientras parecía que jugaba, o pegándome a la puerta que separaba mi cuarto del comedor, tapándome con una manta, para escuchar las conversaciones de los mayores cuando los niños, mi hermana y yo, nos habíamos acostado.

Así pude saber que mi hermano mayor, entonces Pepito y con seis años, se aferraba a los balcones de la casa familiar en el Raval Roig para ver pasar las columna de presos del puerto que conducían al campo de concentración de Los Almendros. Mi madre lo quitaba de allí y volvía en un minuto. Hasta que mi padre dijo que lo dejara ver la historia. Toda su vida transcurrió como un acercamiento a los vencidos.



jueves, 13 de marzo de 2014

John y Jenny. Relato bremenauta sobre la familia

john y jenny


casi nunca miro pero cuando lo hago a veces veo y a veces no    no hablo ni escucho    estoy dentro ¿de mí? del mundo verdadero, del momento aquél en el que me quedé fijado    tengo a mis hermanos, john y jenny, que vienen por la noche y me duermo cogiéndoles las manos    me tranquilizan, me arropan, me recuerdan cómo era la familia antes de aquello ¿te acuerdas de lo felices que éramos, chiquitín? y me dan datos pero no son mis recuerdos    son datos que para ellos están claros pero para mí siguen siendo borrones de luz o de sombra que me tranquilizan que quieren fijar algo    la voz que más oigo, a la que presto más atención, tiene las vibraciones de una mujer y la veo como una mancha blanca    sé que es buena porque deja entrar a mis hermanos y que me cojan de la mano    hablo con ellos, pero no con la sombra blanca    no me importa que la sombra me oiga porque no creo que me entienda    lo importante es mantener una separación absoluta con el mundo de fuera de mí    ese mundo en el que pasan cosas tan malas como la que nos pasó a nosotros    dentro estoy a salvo estoy a salvo estoy a salvo    mis hermanos me lo han dicho muchas veces por la noche    que en este lado abrigado del mundo y durmiendo con ellos estoy a salvo

cuando me sacan al jardín y me sientan en un banco si el aire que noto es ligero miro a mi alrededor y muchas veces veo    las plantas y los árboles son hermosos y los termino viendo con absoluta claridad    lo que quiere decir que no solo veo sus detalles sino que también los escucho    es lo más agradable que puedo sentir aunque no puedo mirar hacia arriba porque veo una gran luz que me aplasta y me da miedo

pocas veces tengo miedo porque john y jenny me han educado así    somos guerreros fuertes y valientes ¿a que sí pequeñín?    por eso me avergüenzo si siento miedo alguna vez    no me importa por el miedo me importa por lo que pensarán mis hermanos y me dirán por la noche    aunque las noches de los días del miedo me aprietan la mano todavía más fuerte    un gran guerrero tiene miedo algunas veces, pequeñín, pero si se defiende rápido es un gran guerrero

si estoy en el jardín mirando hacia las plantas y los árboles y pasa alguien por delante enseguida empiezo a ver borroso y me quedo sentado sin ver nada    palmeo los muslos con las manos hasta que alguien me lleva al interior    en el interior de la casa no hay nada que me guste así que no importa no ver


seguro que piensan que soy tonto y no sé que john y jenny parecen dos figuras de goma    él es un pistolero y ella un jefe indio    las tenía cogidas cuando pasó aquello y entró alguien y me sacó de las llamas    oí gritar a mis hermanos y sentí que con ese grito se metían en las figuras para acompañarme siempre    me las dejan tener en las manos cuando me acuestan y cuando me sientan delante de la mancha blanca borrosa que sé que es una mujer y que me quiere    me gusta tener una figura apretada en cada mano y notar su calorcito pero no me importa cuando me las quitan porque sé que me acompañan siempre.

domingo, 2 de marzo de 2014

El chándal que apestaba a otros tiempos (taller Bremen)

(Objetivo: unir pasado y presente)


El chándal que apestaba a otros tiempos


Mientras tomo el whisky apaciguador que sabe cómo rellenar con nubes las grietas que ha abierto el día, veo en el espejo de la barra que Joaquín abre la puerta. Casi todos los taburetes están vacíos y una vez que ha cruzado la puerta, y girado para acercarse, pierdo el ángulo de visión. Musito una plegaria a los hielos del vaso, para que se siente lejos; pero el cuerpo, mi cuerpo, es sabio. Los pelillos del antebrazo se ponen de punta en señal de peligro y me dispongo a recibir a mi vecino de toda la vida en el taburete de al lado. Con el chándal mugriento y restallante con el que quiso perder peso en los tiempos de su pequeña gloria. Con el que ha ido engordando hasta que envuelve su cuerpo como una película de plástico. Con el pestazo a sobaquina.
—¿Molesto, Pepe?
—Ya sabes que sí.
—Soy un buen vecino y no te voy a dejar solo mirando el culo del vaso.
—Ponte el mono, Joaquín, aunque ya estés jubilado es la prenda con la que estabas más elegante. Y empieza a pedir botellines, que mientras bebes no hablas.
—Eres un buen amigo, Pepe. Solo los amigos se hacen los duros.
¿Amigos? Nos vemos tender la ropa. En verano, con las ventanas abiertas, me convierte en experto en programas de televisión, aunque no tengo televisor, y sobre todo es el enemigo del que huir en el bar de abajo. Pero huir de él es hacerlo de un bar en el que el whisky con hielo sale a 2,50 euros. ¿Qué loco querría huir de eso? Por suerte, solo se sienta conmigo cuando no hay nadie más. Desde que se jubiló lleva ese chándal que veo muy pocas veces en la cuerda del tendedero. No me parece serio. Él mismo es una caricatura abominable.
Cuando vestía el mono azul y trabajaba de fontanero, era una persona pasable. Vivía bien, como todos los chapuzas, pues era un fontanero con fama de buen profesional y de no clavarte demasiado. Una joya para el entorno. Pero se entusiasmó con Aznar y el milagro económico español; según él, ese hombre estaba haciendo grande España y dentro de poco no habría perros suficientes para atarlos con la abundancia de longanizas. Así que nada más empezar lo que luego se conoció como la burbuja, él ya soñaba con la pequeña empresa que acabaría siendo una multinacional, “Joaquín’s Fontaneros”.
—¿Me lo podrías traducir al inglés, Pepe? Te pago todo lo que bebas en un mes.
—Vete a la mierda, Joaquín, y deja de soñar conque cotizarás en bolsa. Todavía no ganas dinero y ya estás gastando de más. Fíjate bien en la cara de ese enano con bigote, que un día te llevará a la pura mierda.
Con sus cuatro contratados, que llegaron a ser más de veinte, comenzó a colocar tuberías y baños en barrios enteros. Trabajaba barato y usaba materiales de calidad. Un empresario capitalista con conciencia de fontanero de barrio no tiene mucho futuro. Las cosas no funcionaban, pero como él decía, “Tengo mucho trabajo”. Tuvo que contratar a un contable administrativo, que le hiciera todo el papeleo. Cuando el contable vio con quién se la estaba jugando, lo limpió poco a poco hasta que tuvo lo suficiente para desaparecer en Brasil.
¿Por qué tengo que vivir en un barrio así, lleno de caricaturas de cómic? El sueño de un contable fullero era el mismo que el del Dioni. Trincar y largarse a Brasil a buscar culos. Joaquín, tras el trabajo del día, llegaba con su traje y corbata a su oficina, Joaquin’s Fontaneros, pues por suerte no había encontrado a quien pusiera debajo la réplica en inglés. Habría sido la rechifla. El contable le mareaba la perdiz diez minutos hasta que a Joaquín le empezaba a latir una vena, decía que le dejara en la mesa lo que había de firmar, se ponía el chándal y a correr.
—Es que no veas con qué gente me junto, Pepe. Con coches de alucine y un cuerpo como el de Aznar.
—Te vas a morir de un infarto, Joaquín. Y hasta creo que sería lo mejor, para no vivir hasta ver la hostia que te vas a dar. ¿Te crees que cuando salen de la partida de pádel, tus atléticos ricos se meten más de diez botellines, cada uno con su tapita de callos, chorizo, queso, paella sobrante del menú del mediodía y todo lo que haya?
Pero vivió. El cabrón sobrevivió al deporte con tapeo. Y batió el récord de ser la primera empresa de la construcción que quebró en pleno florecimiento de la burbuja inmobiliaria. Dejó de llevar traje, volvió al mono y fue contratado por una empresa que, a cambio de la velocidad en el trabajo, pagaba salarios semanales astronómicos. Cuando pasó de emprendedor inepto a recibir un sobre en negro, y una nómina oficial decente, todo eran ganancias. Más de una vez me pasó por la nariz los billetes de la semanada, diciéndome que eso no lo ganaba yo en un mes. Luego la cosa estalló, fue al paro y luego a la jubilación. Ahora se pudre añorando la época del traje. Lo perdió todo, pero fue feliz.
Habla siempre del pasado y tiene en la sala, que lo veo yo por la ventana, la foto de Aznar. Lo único que permanece como presente continuo es la peste que suelta el chándal por los sobacos.