“Lo primero que hay que hacer para salir del pozo es dejar de cavar”. Proverbio chino.

NO PODEMOS RESOLVER PROBLEMAS PENSANDO COMO CUANDO LOS CREAMOS. Albert Einstein

“Si a alguien le indigna más ver un contenedor ardiendo que una persona comiendo de él, tiene que revisar sus valores”

Sobre los poderes de siempre y los emergentes: "“No nos parece mal que nos muerda un lobo, pero a todo el mundo le saca de quicio que le muerda una oveja". Ulises de Joyce, Cap. 16




viernes, 19 de septiembre de 2014

Lou (ejercicio del Bremen)

Lou

Lou estaba en un descampado de las afueras, la espalda apoyada en un muro bajo, tomando el fresco y mirando el cielo. Se aproximó un coche hasta unos 30 metros y le hizo un cambio de luces. Lou cruzó las manos por detrás de la nuca y no hizo nada. El coche le enfocó la larga. Ni cerró los ojos por la molestia. Alguien bajó del coche por la puerta del conductor y la luz enfocó su silueta desde atrás: era un hombre fornido.
—Ven aquí.
—Ven tú, que estás de pie y te es más fácil.
El hombre hizo un disparo y la bala se incrustó a 50 centímetros a la derecha de Lou.
—Vale, vale, ya voy. No te pongas nervioso.
Al acercarse, vio que había dos sombras más en el coche, una en el asiento del copiloto y otra atrás. También comprobó que el conductor no era fornido, sino gordo. Lou iba con unos vaqueros con agujeros por el desgaste y una camiseta gris bastante limpia. El gordo lo miró de cerca y, durante unos segundos, el silencio trajo de nuevo los sonidos de la noche.
—No eres quien esperaba.
—Hablas como mi padre. Esto no va a ser divertido.
El hombre le examinó los brazos a la luz de los faros.
—No te pinchas, eso es bueno. ¿Qué te pones?
—Nada, me gusta más comer. Si me das 5 pavos por dispararme y hacerme venir aquí, me tomaré dos hamburguesas y te bendeciré.
El gordo dejó las luces puestas, deslumbrándolo, y habló con las sombras. Volvió enseguida.
—Hoy es tu día de suerte. Me vienes mejor que el tirado que iba a venir y parece que un dinerito en el bolsillo te vendrá bien. Esto es lo que vamos a hacer: ¿conoces el restaurante chino que está al final de la calle Lexington —Lou asintió—. Pues mañana por la noche vas allí. Te invitarán a cenar cuando digas “Carter me invitó”. Al irte, te darán una mochila, como si fuera tuya. La entregas donde te digo ahora. Son unos moteros un poco broncas pero no habrá el menor problema. Por la noche, a esta hora, nos vemos aquí y tendrás tus billetes de a cinco. ¿Lo has entendido todo? Pues lo tomas o lo dejas; pero si lo tomas, cuidado con jugármela.
—Es fácil. Adelántame un billete.
—Te prefiero con hambre. Así no te olvidarás de ir a la cena.

Cuando pasó por la calle de los moteros, vio en el jardín a dos hombres con traje. Siguió el camino y se fue al descampado con la mochila. A la misma hora de la noche anterior, llegó el Gordo.
—Temí que te hubiera pasado algo, hubo problemas en la casa de recepción. ¿Llegaste a hacer la entrega antes del lío?
—¿Con la secreta en el jardín? ¿Y luego me ponía las esposas yo solo? Lo que quieres está detrás de ese arbusto.
El gordo recogió la mochila, miró el interior, se sentó a su lado, en el suelo y le invitó a un cigarrillo.
—Eres un chico listo. Cumplidor, pero sobre todo listo. Toma —le dio 200 dólares.
—¿Qué haces? Soy un chapucillas que a veces pide dinero en la calle. Si la poli me ve contigo y ven que estoy forrado, me pierdes. Pero si soy un pobretón, podré decir que me mandas a comprar cigarrillos. Con tres billetes de cinco me vale.
Estuvieron allí sentados, charlando hasta fumarse el paquete entero.

Tras tres años de Filosofía Analítica, había decidido que quería ser un vago y abandonó los estudios. El Gordo encontró un amigo que le ayudaba a ordenar las ideas, tanto en la vida personal como en la profesional: Lou las veía venir desde lejos y el Gordo le cayó bien desde el primer instante.
Fue el principio de una larga amistad.








lunes, 8 de septiembre de 2014

Somos más tontos que pasado mañana (Call me Cassandra)

Me encanta esa frase que se usa en la montaña: “ese es más tonto que pasado mañana”. Es un tiempo futuro no comprometido. Quedar hoy, mañana o el fin de semana (recalcando el día) es una cita más en firme. Pasado mañana te da opción de que “surja algo” y puedas anular la cita.

Y sin embargo, ese día puede llegar cuando ya te habías olvidado de él, pillándote desprevenido e indefenso. Por eso es el día de los tontos.

Empecé el Verano de las Vacas enterándome de que se hacía la Celebración del Centenario de la IGM. ¿Por qué no realizaron la Lamentación? Mal vamos, pensé.

Y ya en Madrid, me desayuno con una posible guerra de corte nacionalista entre un nuevo Gobierno que desbancó al que había con el impulso de las fuerzas filonazis y una posible escalada con el Gobierno homófobo de Mr. Putin. Si fuera por la carretera y solo encontrara solamente esos dos restaurantes, ¿qué haría? Sin dudarlo, buscaría hierbas y bayas en el campo. Aunque el problema no es lo que haré yo, sino lo que harán los que tienen la capacidad de hacer y, de momento, se dedican a una escalada muy peligrosa.

Por otra parte, en el Mundo Árabe las cosas se calientan con unas gentes que dejan a los yihadistas en pañales. Tantos decenios de hacer las cosas mal terminan por pasarnos un precio de espanto. Tantos decenios calentándolos a ellos con bombas. ¿Cuál es el precio de tanto tiempo de una política global necia y ciega? 

Por otro lado, vi el otro día dos fotos de un casquete polar fechadas en la misma temporada en 1980 y 2013. La masa de hielo es la mitad de lo que era. Peor vamos.

Y nuestro paradigma económico da como resultado la desigualdad más absoluta entre países y dentro de cada país.

¿Cuándo comenzó este pasado mañana? Pues mira, sin volver a los césares romanos, podríamos decir que hizo su Baile de Presentación Mundial en 1980. Qué coincidencia. Y no hicimos nada ni contra el cambio climático ni contra el paradigma económico de la desigualdad.

¿Cuándo debimos hacer frente a esto? La respuesta es fácil: antesdeayer.


¿Pero se puede hacer algo ahora? La respuesta es complicada: tú mismo.