“Lo primero que hay que hacer para salir del pozo es dejar de cavar”. Proverbio chino.

NO PODEMOS RESOLVER PROBLEMAS PENSANDO COMO CUANDO LOS CREAMOS. Albert Einstein

“Si a alguien le indigna más ver un contenedor ardiendo que una persona comiendo de él, tiene que revisar sus valores”

Sobre los poderes de siempre y los emergentes: "“No nos parece mal que nos muerda un lobo, pero a todo el mundo le saca de quicio que le muerda una oveja". Ulises de Joyce, Cap. 16




domingo, 3 de septiembre de 2017

Yacaré libros: lecturas felices, 1




Siempre ha recordado con nostalgia la felicidad que, con unos 10 años, me produjeron dos libritos para niños o jóvenes que debieron ser de mis hermanos mayores; o incluso ellos los habían heredado de alguien de más edad todavía. Una versión para jovencitos de La Ilíada y de La Odisea. Aunque no de gran tamaño, tenían unas tapas duras, como de imitación (supongo) de piel; las hojas eran gruesas; la tipografía era clara, con la tinta fuerte; en la portada, sobre un vaciado en la piel, estaba pegada una estampa a todo color referente a la historia; en cuatro hojas en blanco del libro, habían pegado otras tantas. No solo por las historias, que a cualquier enano de 10 años le enloquecían (recordemos que eran versiones para jovencitos, de las que se habían eliminado enumeraciones y todo aquello que se alejara de la línea argumental), sino por la forma en que se habían editado: incluso el pequeño tamaño, para adaptarlo a manos pequeñas. Cada vez que volvía a coger uno de esos dos libros, me sentía feliz.

Con la parte-objeto de los libros de esta Yacaré, he recuperado esa sensación de felicidad. En ellos todo está pensado y hecho para que el libro físico que tienes en las manos y miras con los ojos añada todas las posibilidades a la narración que cuenta. Incluso, ahora, las estampas son maravillosas ilustraciones que cubren todas las páginas, con el texto sobre el mismo color base de la ilustración, repartiéndose el espacio. Lees, miras y tocas. El tacto de estos libros está pensado y hecho, sin escatimar, para potenciar la felicidad que transmiten.

Las narraciones pertenecen al siglo XIX, principios en el caso de Le Fanu, último tercio en el de los otros tres, fallecidos estos a finales del primer cuarto del XX. Pertenecen los autores a lo mejorcito de la historia literaria europea de esa época. Anteriores a la revolución de Joyce, Kafka y Proust. Cuando lo importante de las historias era la inventiva y saber contarlas... porque en aquellas épocas era habitual que alguien de la familia las leyera en voz alta a otros. La emoción de las historias narradas.

En este primer post sobre Yacaré he elegido los dos libros que podrían soportar una lectura infantil, El Desván, de Saki, ilustrado por Eduardo Ortiz y traducido maravillosamente por Juan Gorostidi, y los dos relatos de Leopoldo Lugones, Yzur y La lluvia de fuego, ilustrados por Carlos Cubeiro. Cada relato tiene su portada. Al terminar uno se gira el libro hacia el frente y aparece el otro con su propia portada.


El Desván
Saki





La primera vez que leí a este autor, sobre todo los relatos sobre niños, me sobresalté. Siempre había pensado que hasta los 10-11 años los niños pertenecíamos a un grupo aparte, casi a una clase socio-cultural distinta. Posiblemente mi infancia es lo que mejor recuerdo, la fase más importante y auténtica de mi vida. Y era persistente la idea de que no tenía nada que ver con mis padres, tíos y hermanos, incluso tampoco con mi hermana, que me llevaba solo 5 años... aunque temo que era por que ella era una chica, y nada más alejado que una niña de aquella época con respecto a los varoncitos de esa edad, que vivíamos una historia heroica totalmente apartada, y conflictiva, con respecto a los adultos: todos aquellos infelices que tenían más de 12 años.
Puedo contar que un verano, en la casa que alquilábamos en verano, en la que con todos los familiares se iban a celebrar las bodas de plata de mis padres, mi madre cometió un grave error: me vistió con una horrorosa ropa “de bonito” y me dejó salir a pasear, “pero sin jugar ni ensuciarte”. ¡Qué crueldad e ignominia! Merecedora de cualquier contraataque. Me encontré con un amigo que se iba en coche con sus padres a una casa que tenían en la montaña. ¿Te quieres venir? ¡Claro! Pues pide permiso a tus padres, que volveremos hacia las 11 de la noche. Di un paseo y volví diciendo que les parecía bien. Cuando volvimos a esa hora, me estaba buscando hasta la Guardia Civil. No comento lo que pasó, pero mi espíritu decía que mi acción había sido justa.
Esa guerra implacable, incluso sabiendo que al final los rayos y truenos pueden caer sobre ti, la encontré, ¡por fin!, en la literatura. En los relatos de Saki, en los que no siempre las historias terminan mal para el inteligente niño heroico, como sucede en este relato.


Yzur y La lluvia de fuego
Leopoldo Lugones


No conocí a este autor, poeta, narrador, ensayista, periodista y político argentino, hasta que en la Universidad me apunté a dos cuatrimestres de literatura hispanoamericana y tuve el gozo de leerlo.

Aquí Yacaré nos presenta dos cuentos fantásticos (de fantasía) montados sobre ideas casi filosóficas, sin que se note, que me han hecho feliz a mí y espero que os lo hagan a vosotros al leerlos. Tenemos que leer más a los hispanoamericanos.